Si preguntas sobre mí a mis amigos y familiares te dirán que soy sencilla, buena oyente y con buen corazón.
Sin embargo, también te dirán: cabezota, amante de la soledad y tímida.
Mi libro favorito es El Principito. Leído y releído, cada vez me aporta algo nuevo.
Me defino como una viajera incansable. Observadora profesional de la gente, de las diferentes culturas y de la vida.
Me encanta ver despertar a las ciudades y cómo sus gentes comienzan la rutina del día a día.
Podría pasar horas en buena compañía.
Como nota curiosa diré que de mi nulo sentido de la orientación aprendí que me encanta perderme, porque en el camino, siempre encuentro lugares espectaculares.
Amo la belleza de lo simple y encuentro la felicidad en las cosas pequeñas.
Lo esencial es invisible a los ojos
Educadora Social y Psicopedagoga, especializada en PNL (programación neurolingüísta) de profesión y de corazón. Esta es la formación que me define y qué, sin duda, forma parte de mi estilo de vida.
Estas tres disciplinas se complementan. Las tres nos ayudan a comprendernos un poco más, a aprender a aprender, a mejorar nuestra comunicación, con nosotros mismos y con los demás, y a ser capaces de encontrar esas creencias limitantes que hay detrás de nuestros miedos.
Una vez sabemos para qué están, para qué aparecen; entonces, y sólo entonces, podemos escoger las mejores estrategias para avanzar, junto a ellos, en el camino.
Si te sirve de algo, he de decirte que yo también lo he sentido. Sí, esa punzada en el pecho, o ese pensamiento fugaz (pero efectivo) que nos dice que necesitamos cambiar algo; y sientes ese miedo, ese hormigueo. Y te lanzas.
Sí, yo me lancé. Me lancé a reinventarme, me lancé a viajar sola para encontrarme más acompañada que nunca. Me lancé a tomar las riendas. Con miedo, mucho. Pero feliz.
La realidad es que al final todos necesitamos que nos acompañen. En lo bueno y en lo malo (como si de un matrimonio se tratara). Necesitamos un abrazo, un lo estás haciendo bien. Necesitamos que nos escuchen y sentirnos valorados. Que nos quieran y que nos perdonen cuando nos equivocamos.
Sólo una cosa más. He conocido cosas bonitas y menos bonitas de la vida. Por esto puedo decirte sin miedo a equivocarme,
Vence tus miedos. Cambia tu vida
Una vez tardé meses en lograr que un adolescente me hablara. Simplemente nos sentábamos uno al lado del otro y escuchábamos música. De repente un día me miró y me dijo: «Sonia tengo miedo» Y EMPEZO LA MÁGIA.
Me entristece ver la desesperación, la tristeza en la mirada. El miedo no tiene edad. Sí, yo también he tenido que respirar hondo, pero SIN DUDA EL BAILE MERECE LA PENA.